27 may 2013

Luis Kalaff, un bolero para siempre



Por: Carlos Manrique
IX semestre
Tw: @Carlosmanriqueb

Entrevista con el autor de la famosa canción “Aunque me cueste la vida”.

El telón del teatro Amira de la Rosa se fue abriendo lentamente, la gente irrumpió en un solo aplauso y de repente tras la cortina roja, fue apareciendo un hombre pequeño que iba contando los pasos, y cuya sonrisa iba muy por delante de la voluntad de sus pies. Lucía un sombrero negro, un traje de paño sin corbata y una sonrisa importada de dominicana que hacía marco a la mirada que brillaba en medio del aplauso.

De repente las luces se encendieron y de algún lugar una voz más fuerte que sus 92 años salió para cantar melodiosamente.

De carpintero a músico 

La historia no siempre fue así de amable para Luis Kalaff Pérez, un hijo de un inmigrante libanés y una dominicana. Sus primeros años los pasó trabajando como carpintero, con ese trabajo logró ahorrar un poco de dinero y hacerse lo de su primera guitarra con la cual empezó a derrochar su talento y caminar las calles primero de Pimentel y luego de Santo Domingo, buscando un amor cada noche.

Durante los años treinta y después de trasegar con su instrumento al hombro dando serenatas, cuando ya sus manos sabían de memoria las partituras y melodías de Gardel y los merengues que hacían justificar las suelas en República Dominicana, empezó junto a Ramón Antonio Molina y Pedro Lapiaix el trío Alegres Dominicanos, con ellos fue difundiendo poco a poco su música y dándose a conocer en el mundo artístico de su país.

En los años cincuenta llegó su éxito internacional, cuando la potente voz de Alberto Beltrán, miembro destacado de la Sonora Matancera interpretó el bolero “aunque me cueste la vida”, tema que años después también fue cantado por Pedro Infante y Celia Cruz, quienes solamente se sumarían a la decena de artistas que darían voz a las canciones de Luis Kalaff. Pedro Vargas, José Luis Rodríguez “el puma”, Julio Iglesias, “cuco” Valoy y Daniel Santos son solamente algunos ejemplos de lo expuesto.

“Aunque me cueste la vida” fue musicalizado por el maestro Radhames Reyes Alfau, y según contó su mismo autor, le pagaron dos pesos dominicanos en 1954, cuando fue grabada por la Sonora Matancera. Sin embargo, fue la canción que más ingresos le representó, pues, tiempo después, cuando ya la fama del tema era común en toda América, recibió más de cuatro mil dólares y un importante contrato con una disquera de Nueva York. 

Después de eso se dedicaba a viajar por el mundo mostrando su repertorio, pero,especialmente ese, que había sido su bolero para siempre. 

Ser embajador 

En el año 2000 el presidente de República Dominicana, Leonel Fernández, lo nombró embajador artístico de la cultura dominicana ante el mundo. Tenía entonces 85 años de edad y todavia algunos años para seguir mostrando su riqueza y aporte musical a los ritmos Caribe, basado en la grandeza folclórica de su melódico país.

Fue en uno de esos viajes que pude conocerlo durante un Carnaval de las Artes en Barranquilla, varias veces lo vi caminando el hotel del Prado.

Al final del concierto, cuando ya el telón bajó, se puso su sombrero y empezó a caminar de la mano de su hijo, fue la única vez que pude verlo sobre el escenario, siguió caminando y se fue perdiendo su figura por la construcción del Amira de la Rosa.

Seguía con paso lento pero uniforme como en una escena de una película grabada a blanco y negro contra el atardecer, uno de tantos pasos que lo llevarían a algún lugar de esos donde el éxito siempre lo abrazaba y, donde seguramente, en algún momento tuvo la felicidad, aunque le costara la vida de encontrar el amor por el que tanto preguntó y que tanto buscaba en su poesía musical.

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