1 jun 2013

Don Jaca, el drama que deja el carbón a su paso


Los habitantes de este cacerío de pescadores denuncian los efectos negativos que la industria carbonera ha generado en sus vidas




Por:Naylea Barros                  Eliana Redondo
VII Semestre                   VIII Semestre
Tw: @Naybarros08         @EliRedondoM
Editora Inay virtual




Hace 120 años los abuelos de Alberto Urieles ejercían la pesca en Don Jaca, dejándoles este oficio como enseñanza y tradición a sus hijos y nietos. Día tras día, Alberto sale a las 5 de la mañana en compañía de sus 3 hijos, a realizar el trabajo que por generación ha sido la única forma de sustentar las necesidades de su familia.

Cuenta que anteriormente pescaban sin ningún tipo de problemas, obteniendo una cantidad generosa de peces.

Pero hoy en día, la invasión industrial y la entrada y salida de buques de alto calaje, se ha convertido en el mayor problema de los pescadores de la zona. Este pequeño caserío ubicado a unos 15 minutos del Centro de Santa Marta, habitado aproximadamente por 200 familias que en su mayoría viven de la pesca, rodeado por el puerto y las embarcaciones de Prodeco, la tercera empresa exportadora de carbón más importante de Colombia, y atravesado por los rieles de la línea del tren que transporta este recurso mineral; regala un paisaje un poco desolado pero tranquilo, con casas grandes pero un tanto descuidadas, que evidencian el maltrato y el olvido por el que ha pasado este
lugar.

A diario, Salvador, primo de Alberto, se levanta a las 4:30 a.m. con el sonido del primer tren del día. Antes se despertaba a esa misma hora, pero con todos los ánimos de hacer lo que más le gusta: pescar. Ahora solo pesca, cuando sabe que va a valer la pena. “Hace rato no se ven buenos pescados por acá, llegar con la lancha llena se ha hecho un milagro”, Afirma.

Desde que llegaron los puertos a la ciudad, Salvador y demás pescadores de Don jaca, han tenido grandes inconvenientes al momento de realizar su trabajo, lo cual dificulta el poder conseguir recursos para llevar dinero y comida a casa. Explican ellos, que durante la noche, desde las barcazas del puerto, se emite un gran sonido que produce ondas y espanta a los peces que se acercan a la orilla a alimentarse.

Cuando ellos salen en la madrugada a pescar ya no los encuentran y se les hace más lejano el poder hallar un buen pez. La tristeza los invade, cuando se encuentran con sus redes destrozadas. Muchos de estos pescadores, al verse continuamente en esta situación, deciden abandonar la zona y se van aventurar por otros lugares a ver si su suerte cambia.

Otros huyen de esta amenaza, no dejando sus redes, sino cambiando su horario para pescar.
Sable, róbalo, langostino, macabí son las especies que más se pescan en la zona. Las demás clases de peces que habitaban en esas aguas, se encuentran en vía de extinción.

 En la orilla de la playa de Don Jaca, se pueden observar llantas enterradas en la arena, otras incrustadas en las piedras que bordean el oleaje. Incluso algunas llevan más de 20 años estando allí, totalmente adaptadas al ambiente, llenas de algas y otro tipo de plantas.

Pero el daño que se observa en estas tierras no es solo ambiental. Debido al tren que a diario recorre  este pequeño caserío, se ha generado otro tipo de problemáticas. En la fachada de las casas, se ven las grietas que poco a poco las vibraciones han producido.

“Todas las casas están rajadas, el techo de mi vecino está por venirse abajo. ¿Y quién nos responde por eso?”. “¡Toca, toca, la ventana y siente como se mueve!”, Exclamaba Salvador, cuando casualmente estaba pasando el tren. “Dijeron que iban a pasar 5 máquinas diarias, pero yo estoy contando más de 8, que duran hasta diez minutos pasando”.

Entre las enfermedades que posee la población están los problemas de audición, gripa y bronquitis aguda producida por el polvillo del carbón, pérdida del cabello y resequedad en la piel. “Yo casi no escucho, no me había dado cuenta, pero cada vez se me hace más difícil oír lo que me dicen. Siempre me toca pedir que repitan”.Agregaba Salvador.

Otra anomalía que han detectado los habitantes, es la infertilidad en la tierra. Aseguran que los cultivos de limón ya no son como antes. En la temporada de viento y sequía los árboles toman
un triste aspecto, que hace despertar la nostalgia entre ellos. Por qué en su memoria está guardada la grandeza de esas tierras, donde todo lo que se sembraba crecía con
rapidez.

En Don Jaca no hay agua, ni acueducto, ni puesto de salud, y hace falta la creación de un buen centro educativo. El agua de consumo la toman los habitantes de una tubería de Prodeco, utilizando baldes. Además de eso, esta empresa es la fuente de trabajo de 60 hombres que habitan el barrio.

Salvador considera que ellos para las empresas son un pueblo fantasma. Solo se aparecen en el barrio en Navidad para darles regalos a los niños. “¡Esas son chichipateces!”.Asegura. “Uno no pide que le regalen plata, pero al menos tengan consideración con la tierra que están invadiendo, nosotros los pescadores somos los más perjudicados. Tiramos la manta hoy y mañana no la encontramos, porque no les importa pasar por encima con sus embarcaciones y dañar nuestro trabajo. Solo pedimos un poco de consideración. El día que se vayan ¿Qué nos va a quedar?, solo dejarán pobreza, desempleo, enfermedades y desolación”.

0 comentarios:

Publicar un comentario