Por: Tatiana Velasquez
Docente
Tw: @Tatta25
En las facultades de Comunicación Social y Periodismo se les escucha decir a unos estudiantes, en ocasiones la mayoría, que han optado por esta carrera porque no tiene ninguna relación con las matemáticas; porque quieren ser presentadores de farándula, especialmente las mujeres; o porque quieren codearse con los más reconocidos de la sociedad.
Hay
otros que se dejan llevar por el factor económico y dicen que quieren ser
asesores o comunicadores organizacionales porque así podrán ganar más dinero y
trabajar menos que quienes estamos diariamente en una sala de redacción.
Cada
semestre, cuando me toca escuchar a esos estudiantes, siento desazón por la
calidad de su futuro profesional. También me inquieta pensar en lo que serán
los próximos años del periodismo en la región Caribe , un oficio que se ejerce
sobre todo por vocación; cada vez menos taquillero en los énfasis de las
facultades de Comunicación Social y Periodismo, y cuyos profesionales no
suelen provenir de otras disciplinas, como sí pasa en Bogotá.
Y es que la
carrera, con la fama de ligera que sigue teniendo, parece estar espantando a
muchos, especialmente en la región andina. En las redacciones del interior son
cada vez más comunes los periodistas con pre-grados diversos. También los
economistas, abogados, literatos, antropólogos y hasta relacionistas
internacionales con énfasis en Periodismo o posgrados en este oficio cuentan y
analizan la realidad del país. Están en El Espectador, en El Tiempo, en
Semana, en Caracol, en La Silla Vacía…
Ahora, como
docente, entiendo el sinsabor que sentían mis profesores: ellos solían quejarse porque solo una minoría se mostraba interesada en escribir mejor, aprender de
reportería y en discutir los asuntos éticos de este oficio Siempre cuestionaban
que a todos nos llamaran pichones de Periodismo porque lo que a muchos les
interesaba era trabajar lejos de los medios y a otros, sencillamente, ser
estrellas de la TV.
Más
desalentador aún es saber que no siempre esa minoría que proviene de la
facultad de Comunicación da la talla en las salas de redacción. ¿Es culpa del
profesor, del estudiante o de ambos? ¿Es culpa de las universidades por no
hacer mejores pruebas de ingreso? No lo sé. A veces no hay
suficientes nombres de dónde escoger, le escuché decir en estos días al editor
web de un medio en Barranquilla.
Volviendo
a la mayoría, he visto cómo cursan las materias de Periodismo con el mayor desaliento posible y a la hora del énfasis se van en manada hacia las
relaciones públicas y el mundo organizacional. No pierden la oportunidad de
vaticinarle un futuro sombrío a los que se perfilan como periodistas. Claro, lo
dicen especialmente guiados por sus docentes que, dicho por ellos mismos, les
hacen énfasis en el desolador panorama laboral de los hombres y mujeres de la
prensa.
Es válido que la mayoría de quienes estudian Comunicación Social tracen su rumbo en cualquiera de las posibilidades que esta carrera brinda más allá del Periodismo, el problema es que a esos estudiantes suelo escucharles, una y otra vez, su interés en cimentar su futuro guiado por el “dinero” y la “comodidad”. También es cierto que no faltan quienes desde sus entrañas, llenos de pasión, y no por hacerle el quite al Periodismo, se imaginan como estrategas de la comunicación y no descartan moverse entre ambos frentes.
Quizá
todos esos estudiantes, cuando deban salir de la burbuja del aula y
enfrentarse con un mercado laboral poco amigable, descubrirán que se necesita vocación.
Todos
ellos, los que escogieron esta carrera porque no tiene matemáticas, los que
sólo quieren presentar en la TV y los que esperan tener un puesto de gerencia en una empresa, entenderán que los comunicadores organizacionales no siempre
tienen horarios de oficina ni buenos sueldos; que aunque duro sí es posible vivir dignamente del periodismo; que en este oficio se usan números a diario y
para mayor tristeza de ellas, que son pocas las presentadoras de farándula con título de Comunicadora Periodista. Les basta con ser mode los o reinas y
registrar muy bien en televisión. En cambio, los que están detrás de la
pantalla hacen el trabajo duro.
Puede que
algún día la realidad en las facultades de Comunicación Social y Periodismo
comience a cambiar y en las universidades sean más los estudiantes que
quieran ser comunicadores y periodistas con vocación. En lo que sí no soy
optimista es en que a esas facultades les quiten, a mediano plazo, el rótulo de
ligeras.
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