Por: William Agudelo
V semestre
Hugo Chávez no fue el peor de los presidentes, también hizo sus cosas buenas, no hay ser
humano que sea malo en todo el sentido de la palabra. Alguito bueno tuvo que haber hecho
para que tantas personas acompañaran su féretro hasta su sepulcro.
Lo que es cuestionable es como su sucesor, el presidente Nicolás Maduro, es capaz de usar la imagen de su padre político, en sus discursos demagógicos, con el único fin de sesgar a un pueblo que vive inmerso en la ignorancia y el conformismo.
Jamás en mi vida pensé que Hugo Rafael Chávez Frías se podría convertir en un ‘santo’; el Papa Juan Pablo II debe estar revolcándose en su tumba, al ver semejante locura que ni siquiera la iglesia ha hecho con él.
Pensé, ilusamente, que el ‘bravo pueblo’ era capaz de discernir hasta dónde ha sido manipulado, hasta donde todo el circo montado por Maduro es cada vez más como un mundo de locos, porque solo una persona que este fuera de sus cabales es capaz de decir que Chávez, es el ‘cristo redentor’ de América Latina o peor aún, resucitó en forma de ‘pajarito’ para hablarle a su oído.
Otra de las muchas locuras del discurso de manipulación que usó Nicolás Maduro para llegar a la presidencia, es una de las razones con que este invitaba al pueblo a que votara por él: ¡“votar por Maduro garantiza la salvación de la especie humana en el planeta”! Debe ser que como ya hay un cristo, este personaje será el próximo dios del mundo.
Los inventos sobrenaturales atraen profundamente a ciertos sectores que carecen de otras opciones, sobre todo en momentos de crisis. Es necesario creer en algo, por más absurdo que esto parezca, cuando a uno le han hecho creer que no hay más opción.
Creo que la elección de Venezuela ha sido el clásico ejemplo de cómo funciona la manipulación de masas. Es claro que en las elecciones venezolanas primó la santería y el
populismo sobre el buen sentido y la razón.
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